La temática en cuestión está a la orden del día. No es que esté de moda, sino que, como bien se dice, ahora se sacan a relucir más esos casos, que por otra parte siempre han existido.
Como en todas las exposiciones, se explicó el concepto, la metodología y los objetivos de intervención, aún así consta de una compleja realidad al no estar tratado debidamente. O esa es mi opinión. De hecho, se comentó cómo no puede existir violencia física sin que esto implique la psicológica, pero si puede darse al revés, algo muy dentro de la lógica teniendo en cuenta los sentimientos de inseguridad, incertidumbre, culpabilidad y carencia de afecto que esto implica.
En la misma clase se generaron varios debates, lo que hizo la sesión más dinámica. Resulta que, de modo discriminado, el concepto de violencia de género sólo se refiere cuando una mujer es maltratada por un hombre. En caso de que sea un hombre maltratado, o entre personas homosexuales (que los hay, por supuesto que los hay), nos referimos con el concepto de violencia doméstica para explicar esa situación. Esto ya es una forma discriminatoria de referirnos a la mujer como víctima de este maltrato únicamente por ser el colectivo mayoritario que padece o se ve envuelta en estas circunstancias, pero nos olvidamos de mirar la realidad de un modo global excluyendo a hombres o parejas homosexuales que, aún siendo personas, son tratados de forma distinta. Es un modo de etiquetar la violencia que ha nacido en el seno de una sociedad que está viviendo el boom del reconocimiento de la mujer, tanto que nos extralimitamos como ocurre en situaciones como estas. Por ello, son amplios los recursos a los que pueden optar estas mujeres (otro tema sería la efectividad de los mismos), así como las leyes que amparan los derechos de la mujer; en contraposición con la figura del hombre antes comentada. Parece ser que no se concibe en esta sociedad que una mujer tenga la capacidad de maltratar física o psíquicamente a un hombre; pensando y creyendo concienzudamente esto, es cuando realmente estamos subestimando el papel de la mujer y desprotegiendo la figura masculina por ser considerado como el fuerte, y su perfil relacionado con la palabra de maltratador, no de maltratado. Enorme gran fallo de la sociedad.
Otro debate se abrió al preguntar si una mujer inmigrante musulmana es maltratada, lo cual es permitido por el Corán (libro que no da más que problemas, cada día lo tengo más claro), qué papel tomaría la Justicia española, si haría algo. La conclusión a la que se llegó es que actualmente la Justicia actúa de oficio, ahora no tiene por qué ser la mujer la que denuncie, sino que si yo lo veo por la calle puedo denunciar yo mismas y la Justicia actuaría igualmente. Ahora que me doy cuenta, me he referido sólo a la mujer en esta situación, ejemplo en mi misma persona de que tendemos a posicionarnos y ver a la mujer como la persona en riesgo de ser víctima del maltrato. Tengo que aplicarme el cuento que he soltado en el párrafo anterior, ¡porque es cierto, pero no correcto!
Por último, comentar que nos expusieron tres videos: el primero de ellos fue un fragmento de la película de “te doy mis ojos” que pone los pelos de punta, peli que me gustaría ver. El segundo es un corto que vimos con muchas dificultades y problemas técnicos, pero descriptivo al fin y al cabo, y al finalizar la exposición otro corte con los mismos hijos de personas maltratadas que piden que se denuncie la situación de los padres, de estos videos que te tocan la fibra sensible vaya.
En definitiva, la clase concluyó con unos minutos dedicados a la resolución de pregunta, donde se generaron algunos de los debates explicados; la verdad es que nos cebamos y preguntamos bastante la verdad, no sé si por ser la primera exposición, por ser de dos horas la clase y disponer de más tiempo (que se nota muyyyy mucho), o por ser un tema demandado y que despierta el interés de la clase. Por lo que a mí respecta, anoté varias cosas que me resultaron muy curiosas, básicamente las que he comentado, puesto que fueron las que llamaron mi atención y me parecieron importantes de reseñar. Por ello, considero que deberíamos proclamar los derechos tanto de hombres y mujeres con respecto a este delicado asunto que arremete tan cotidianamente en nuestros días. Sensibilicémonos con la causa, y no nos acostumbremos a ver estas situaciones, ni tengamos miedo de denunciar cuando sea necesario. Si no, no conseguiremos nunca atajar esta problemática, ¡y este no es el mensaje que debemos difundir!