jueves, 10 de junio de 2010

[Inserción LabOral de persOnas drogOdependientes]

Esta entrada estará dedicada, en primer lugar, a la exposición sobre inserción laboral en personas con drogodependencia; la misma que fue felicitada por ser capaz de exponer en una hora 99 diapositivas. Realmente, hubiésemos agradecido algo más dinámico, y más teniendo en cuenta que al menos el grupo M2 ya dedicamos una exposición al colectivo drogodependiente; por ello, tampoco incidiré mucho en el tema. Bueno, por eso, y porque a pesar de la gran cantidad de contenido teórico, no fui capaz de recabar mucha información a la velocidad en que las diapositivas se pasaban, y tampoco me encontraba yo muy motivada en ese momento, también es verdad.
Según nos comentaron los compañeros, el perfil de una persona drogodependiente ronda entre los 25 y 35 años de edad, varón y adicto a la cocaína. Como todo perfil, esto queda encuadrado en una generalización que puede o no ajustarse a la realidad, sobre todo sabiendo que las drogas comúnmente se combinan y entremezclan, que la atención que se lleva a cabo con estas personas es individualizada, y que las causas de adicción varían de una persona a otra, así como la sustancia. Por otro lado, muchos son los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de consumir alguna sustancia adictiva:

- Individuales: Bajo autoestima, miedo, falta de autocontrol, curiosidad, problemas emocionales y/o psicológicos, hábitos de vida inadecuados, búsqueda de placer etc.
Familiares: Desestructuración familiar, violencia, carencia de afecto, falta de disciplina y supervisión familiar etc.
- Grupo de iguales: Influencia, presión, seña de identidad, disponibilidad.
- Escolar: absentismo escolar, carencia de afecto y valores con el centro educativo, drogas en el entorno educativo, falta de información etc.
- Sociales: aislamiento social, pobreza, paro, discriminación, fomento del consumo de drogas en los medios de comunicación, falta de vínculos afectivos con la comunidad, normas ambiguas y poco rigurosas, desorganización.
- AHORA: Droga como forma de paliar un malestar.


Escasas habilidades sociales, escasa nula formación y/o capacidad técnica y profesional, escasa o nula experiencia laboral, baja motivación, problemas de salud y judiciales, economía sumergida son algunas de las problemáticas con las que podría encontrarse una persona que tiene el hábito de consumir drogas. Además de evidentes consecuencias negativas para la salud, como con problemas respiratorios, del sistema nervioso, digestivos y cardiacos. Un cuadro vaya.

Existen varias asociaciones a nivel autonómico y estatal que trabajan como sabemos con este colectivo: FADAI, ALHELÍ, POVEDA, PROYECTO HOMBRE, GID y “PUNTO OMEGA” entre otras muchas. En cuanto al marco legislativo a nivel autonómico señalar el Plan sobre Drogas y el II Plan Andaluz sobre Drogas y Adicciones. Alguno de los recursos con los que nos podemos encontrar durante la intervención con este colectivo serían:

- Programa de incorporación sociolaboral Red de artesanos.
- Los centros de día.
- Los pisos de apoyo a la reinserción.
- Los movimientos asociativos en drogodependencia.

Desde estos movimientos asociativos, y las asociaciones antes señaladas, se fomenta la inserción socio-laboral del drogodependiente, a quien se le enseñan tareas y se potencia sus cualidades para posteriormente integrarlo de nuevo en la sociedad, a través del ámbito laboral. Siendo pues una persona autónoma que proseguirá y rehabilitada. Dicho así parece muy sencillo, y realmente no lo es, sobre todo teniendo en cuenta que tampoco existen talleres específicos que enseñe un oficio que el día de mañana pueda desempeñar. Además de no contar con programa específico ni figura profesional que lo aborde, son los voluntarios quienes orientan y motivan hacia lo laboral. Estamos ante un vacío importantísimo que debe ser cubierto para trabajar la inserción en este ámbito que jugará un punto clave para la total recuperación de la persona. Tener un trabajo significa estar dentro del sistema, de la comunidad, de la sociedad. No excluido de ella. En el trabajo, a su vez, estas personas tendrían que aceptar unos valores y unas normas compartidas con otras personas sintiéndose a su vez útiles, aumentando su nivel socioeconómico y posiblemente reforzando sus redes familiares (desgraciadamente, esto no tiene por qué).
Sobre ello, he de decir que es compleja su inserción por la falta de apoyos que se destina a este fin. Si a la falta de apoyo institucional le unimos la estigmatización que gira en torno a este colectivo, nos encontramos con una situación difícil que debe ser modificada desde arriba. Son las instituciones los que deben de creer en estas personas y dar ejemplo para romper los prejuicios y que no se les pongan trabas en este campo. Es decir, dar la mano en vez de la espalda, y ser un trampolín en vez de un muro. De ahí la importancia de crear programas concretos y destinados a este fin, siendo coordinados con las instituciones públicas y tratados de un modo interdisciplinar y constante. La figura del educador debe estar presente para perpetrar estos programas y adecuar el trabajo a las características y cualidades de cada uno para que así el proceso final de recuperación sea práctico y eficaz. No puedo decir mucho más de esto, porque tampoco me dejaron claro mucho más, pero por lo que puedo ver, los recursos actuales no son suficientes para insertar a una persona laboralmente, puesto que se requiere de una intervención y una dedicación exhaustiva con este colectivo por el que realmente no se apuesta ni se cree erroneamente en él.

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